La transformación del transporte empresarial en Colombia: del diésel a la inteligencia energética. El transporte empresarial en Colombia está atravesando uno de los cambios más importantes de su historia reciente.

La transformación del transporte empresarial en Colombia: del diésel a la inteligencia energética

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Un sector en plena transición hacia la eficiencia y la sostenibilidad

El modelo tradicional basado en diésel, que durante décadas ha sostenido el flujo logístico del país, está dando paso a soluciones de movilidad más limpias, eficientes y tecnológicamente inteligentes. Este giro se explica por una combinación de factores: presiones ambientales, exigencias regulatorias, avances tecnológicos y la necesidad de aumentar la rentabilidad en un sector altamente competitivo.

En este contexto, nuevas marcas especializadas en electrificación de carga, como Farizon, han entrado al mercado colombiano con propuestas enfocadas en la modernización de las flotas empresariales. Su apuesta parte de un principio concreto: la movilidad eléctrica dejó de ser un proyecto del futuro para convertirse en una alternativa real y económicamente viable para las compañías del país.

El peso ambiental del transporte de carga

El reto es evidente. El transporte por carretera representa una parte significativa de las emisiones energéticas de Colombia y su impacto sigue creciendo. Solo en 2021, este subsector generó más de 33 millones de toneladas de CO₂, una cifra que refleja la magnitud del desafío ambiental.

A la vez, el transporte de carga diésel continúa siendo imprescindible para la operación logística nacional. Esta dualidad —la necesidad de mover mercancías, pero también de reducir emisiones— revela que la transición energética no es únicamente deseable: es indispensable para cumplir con los compromisos climáticos del país y proteger la salud pública.

De la electrificación a la inteligencia energética

La llamada inteligencia energética dejó de ser un concepto futurista para convertirse en una dirección concreta para las empresas colombianas. Migrar hacia flotas eléctricas inteligentes implica mucho más que cambiar de combustible: representa un cambio estructural en la forma en que las compañías gestionan sus operaciones, sus costos y su impacto.

Los vehículos eléctricos ofrecen beneficios claros: reducen la dependencia de combustibles fósiles, disminuyen los costos de mantenimiento, mejoran la eficiencia operativa y fortalecen los indicadores ESG, cada vez más relevantes para inversionistas, clientes y mercados internacionales.

A esto se suma un beneficio crucial: el impacto positivo en la calidad del aire. En ciudades como Bogotá, donde los vehículos pesados diésel continúan siendo una de las principales fuentes de contaminación, migrar hacia tecnologías más limpias se traduce en entornos más saludables para los conductores y las comunidades urbanas.

Una oportunidad estratégica para el sector logístico

“La transición hacia flotas eléctricas inteligentes es un cambio estructural para el sector logístico: mejora eficiencia, reduce emisiones y fortalece el compromiso empresarial con la sostenibilidad y la salud pública”, afirma Carlos Urrego, gerente comercial de Farizon Colombia.

Este avance coincide con la agenda nacional e internacional de sostenibilidad. Con el objetivo de cumplir los ODS y avanzar hacia la descarbonización del transporte, Colombia implementó desde enero de 2023 una normativa que exige que los vehículos pesados nuevos cumplan estándares equivalentes a Euro VI, uno de los más estrictos en el mundo. Esta regulación marca el camino hacia la modernización de la cadena logística y prepara al país para adoptar tecnologías más limpias y competitivas.

Un cambio que impacta toda la cadena de valor

Para una empresa, migrar del diésel a una flota eléctrica con respaldo técnico, infraestructura de carga, conectividad avanzada y servicios de operación no es solo una decisión financiera: es una estrategia integral que transforma su cadena de valor.

En un país donde el transporte por carretera mueve el 96,9% de la carga terrestre, cada vehículo que migra hacia la electrificación representa un avance significativo. Menos emisiones, menos ruido, menor impacto en la salud y mayor eficiencia. A largo plazo, esto se traduce en ventajas competitivas que refuerzan la productividad y consolidan una reputación empresarial alineada con los estándares globales.

Un nuevo rumbo para la movilidad empresarial

Colombia se encuentra en un punto decisivo. Abandonar el diésel no debe entenderse como un sacrificio, sino como una oportunidad estratégica para que el país lidere la nueva era del transporte sostenible en América Latina.

La electrificación, acompañada de inteligencia energética, no solo responde a las exigencias ambientales: abre espacios de innovación, mejora la eficiencia del sector productivo y posiciona a las empresas colombianas dentro de un mercado global que avanza con rapidez hacia la movilidad de cero emisiones.

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